miércoles, 7 de octubre de 2009

La hora del tempranillo.



Después de que todo se alargara por la lluvia, por fin hemos entrado en la viña de la Casa Costa a vendimiar. Es prontísimo y ya estamos con todo a punto para empezar, como no, por el tempranillo de la loma. Viene fresco y con mucho grado, eso si, poca cantidad ya que en el recuerdo queda que fué lo más dañado en la granizada de principios de julio. Se vendimia relativamente rápido, la orografía lo permite, siempre que no se tropiece con alguna de las piedras de considerable tamaño que abundan en la viña (raspan de lo lindo).

Lo siguiente: más tempranillo, ahora le toca el turno al del valle. Siendo también tempranillo poco tiene que ver con su primo hermano de la loma, ya que su escondite le permite conservar mejor la humedad, estar más resguardado y evolucionar de otra manera. Aquí el avance se hace más pesado debido al terreno (los pies se hunden un poco) pero también la mayor cantidad de grano hace más entretenida esta tabla.
Parámetros correctos, más homogéneos que el otro tempranillo pero sin destacar en nada en especial. Será divertido como elaborarlos y ver hacia donde va cada uno para el ensamble posterior.

Para la tarde queda lo más feo: limpiarlo todo a conciencia. Se dice que un buen vino comienza con una bodega limpia, esto lo llevamos a la práctica desde siempre y, aunque la gente no lo sepa, es lo más costoso de todo. Mientras todo se limpia el mosto macera fresco en el depósito de acero a una temperatura de entre 15 y 17 grados con tres o más remontados al día (dependiendo de la fase y de la variedad).

La próxima en entrar en bodega será la garnacha (un par de días ) y esa si que ensucia, aunque a cambio te regala unos aromas y un color díficiles de encontrar... ya os iré contando.


En la foto superior de izquierda a derecha: Marcos, Rafa y Pepe descansan un ratito entre cargas. En la foto inferior el mosto de tempranillo entra en el depósito para empezar la maceración.

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