jueves, 3 de febrero de 2011

A cortar.


Como si de un folio en blanco se tratara, en el momento de la poda podemos decir que partimos de cero en el diseño de la futura añada o, porque no decirlo, para las dos próximas añadas. La viña tiene memoria, memoria infalible; más vale que se tenga buen tino o si no a la larga lo pagas. Igual de indeseable se convierten ciertos vicios que adquiere una viña mal llevada y peor podada. Tal vez del diseño hablaremos otro día, hoy nos pararemos en la época de llevarla a cabo.
Normalmente la gente no se plantea mayores problemas a la hora de podar; "poda roja, viña moza" o lo que es lo mismo: podar a finales de octubre "así no me cogen los hielos". A veces la sabiduría popular es del todo carente de rigor y siempre sujeta a las circunstancias de cada uno. También es verdad que hay quien no se puede permitir el lujo de perder tiempo ante su jungla de esqueléticas cepas.

Como todo, cuando toca y como toca, pero en la viña más. Nosotros somos de la opinión que ésta es la mejor época de poda por varias razones: se supone que lo más crudo del invierno ha pasado (aunque lo cierto es que ha sido un invierno tranquilo, comparado al del año pasado), en enero se dan, normalmente, varios episodios anticiclónicos perfectos para la viña y para que el trabajo cunda. También tenemos en cuenta el mes aproximado que tardamos en podar la viña y estimamos que en marzo tal vez sería demasiado arriesgado en caso de que adelantara el desborre la viña.
El caso es que a estas conclusiones se llegan con años de observación y comprensión de la viña que te ocupa, pero como siempre no es infalible... como dirían en un casino:"hagan sus apuestas".

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